martes, 22 de abril de 2014

Aprendizaje cooperativo en mi biografía docente

Aprendizaje individualista en mi biografía estudiantil
Mi memoria dice que durante la primaria y la secundaria mi labor como estudiante fue totalmente individualista. Incluso los propios docentes fomentaban el aprendizaje individualista y competitiva. ¡Unos contra otros! Haber quien sabe más. Y desde luego, a etiquetar en términos negativos. Durante este periodo no recuerdo alguna práctica didáctica que mínimamente se acerque al aprendizaje cooperativo.

En la media superior y sobre todo en la licenciatura, se dieron algunos acercamientos al aprendizaje cooperativo, pero sin serlo realmente. El profesor formaba equipos para realizar alguna investigación o algún trabajo escrito. Los alumnos hacíamos una reunión relámpago para repartir el trabajo, en sentido estricto, para parcializar o fraccionar el aprendizaje. Cada quien investigaba por su lado o hacía lo que tenía que hacer. Al final, cada quien presentaba su producto.

Para la presentación, simplemente se memorizaba lo que se tenía que decir y ya. Aspectos que rápidamente se borraban de la memoria. Todos conocíamos lo que nos tocó, pero no sabíamos nada del otro. ¡Un trabajo grupal que en realidad era individual! Esto era reforzado por el docente que calificaba el producto individual, pero no la integración de la actividad, mucho menos el proceso de la actividad grupal.

De esta experiencia concluyo que mis profesores impulsaban el aprendizaje individualista y competitiva. También concluyo que para fomentar el aprendizaje cooperativo no basta con formar equipos de trabajo o sentar juntos a los alumnos. ¿Queda mucho por aprender!

No lo sabía, pero creo que estoy repitiendo la historia
Cuando hablamos de escuela, todos tenemos como referente un docente, ya sea que lo recordemos con cariño, con respeto, con indiferencia o con cierto rencor. De igual forma que en la actualidad, nosotros como docentes somos el referente de los alumnos. Nos recuerdan por nuestra forma de comportarnos con ellos y por nuestra forma de organizar las actividades de aprendizaje. ¿Cómo me recuerdan mis alumnos?


Analice y respondí el Cuestionario de Autoevaluación de Prácticas Cooperativas desde mi contexto de trabajo con adultos, con docentes frente a grupo. Las respuestas al cuestionario me informan que mi práctica docente está cercana a los marcos del aprendizaje cooperativo. Sin embargo, estudiando un poco sobre los principios de esta metodología didáctica puedo afirmar que mi desempeño docente está lejos de fomentar el aprendizaje cooperativo: lectura en voz alta, una pequeña exposición magistral, resolución de actividades en pequeños grupos, socialización de respuestas y corrección en común. 

Con el tiempo y práctica cotidiana he notado que esta forma de trabajar en el aula me proporciona cierta seguridad y comodidad, y los alumnos (docentes) rápidamente se acostumbran a mi forma de organizar el aprendizaje.

En la organización del trabajo en mi aula es habitual la formación de pequeños grupos, entre 2 y 4 integrantes, sentados en mesas separadas, para realizar diferentes actividades. Aunque esta gestión tiene tintes cooperativas, también tiene sus "bemoles", aun falta mucho por aprender, por afinar y por poner en práctica.

Aspectos deficientes:
  1. En la práctica he notado que formar grupos de trabajo suele ser simplemente un medio para gestionar la organización del aula, para la realización de algunas actividades, dado que realmente los alumnos no asumen actitudes cooperativas al cien por ciento.
  2. En más de una ocasión he notado que trabajan individualmente dentro del propio equipo, no realizan la actividad asignada juntos, sino que cada uno hace la suya, mucho menos comparten los resultados obtenidos. Al final, terminamos con una práctica y un aprendizaje individualista.
  3. Es recurrente la resistencia al cambio, los autoconsiderados buenos alumnos no quieren saber nada de los malos alumnos: de aquellos que no traen las tareas o las traen incompletas; de los que olvidan el cuaderno; de los faltistas; de los que contestan las actividades al aventón.
  4. Algunos alumnos se quejan del trabajo grupal. Escucho sus voces: en equipo, no; ¿otra vez?; ¡que no me toque con sutano o merengano!; prefiero trabajar solo.
Aspectos benéficos:
  1. Al estar juntos y haciendo la misma actividad es posible que se ayuden e inspiren mutuamente, por lo que es posible que exista un nivel mínimo de cooperación.
  2. Dado que están en grupo, realizan la misma actividad y el objeto de aprendizaje es común, entonces es posible que se esté fomentando la inteligencia intrapersonal e interpersonal, dado que son los propios alumnos lo que tienen que ponerse de acuerdo para la realización de la tarea encomendada.
  3. Al estar juntos, individualmente generan insumos o respuestas a las actividades que son "copiados" por los otros integrantes del grupo, aunque a un nivel incipiente está presente la cooperación.
Mi conclusión es que como docente desconozco la manera idónea de trabajar con la metodología aprendizaje cooperativo. Con estas reflexiones, hoy tengo claro que realizar una determinada actividad en equipo no implica necesariamente cooperación. En muchas ocasiones, el llamado "trabajo en equipo" simplemente se traduce en una distribución inequitativa de la actividad a realizar, en la que está ausente la construcción o el intercambio conjunto de aprendizajes. ¡No quiero repetir mi historia de aprendizaje individualista!

Aprendizaje cooperativo en blanco y negro
En torno al aprendizaje cooperativo, David y Roger Johnson dicen que "La cooperación consiste en trabajar juntos para alcanzar objetivos comunes. En una situación cooperativa, los individuos procuran obtener resultados que son beneficiosos para ellos mismos y para todos los demás miembros del grupo. El aprendizaje cooperativo es el empleo didáctico de grupos reducidos en los que los alumnos trabajan juntos para maximizar su propio aprendizaje y el de los demás". Diaz Barriga Arceo, Frida. Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. Mc Graw Hill.

Aunque desconozco mucho sobre el aprendizaje cooperativo, me atrevo a enlistar algunos aspectos que pueden potenciar su puesta en práctica, y por otro lado, no olvido anotar las posibles dificultades en el camino.


En busca del cambio metodológico
Estoy a favor de promover en mayor medida el aprendizaje cooperativo en mi aula, de fomentar el trabajo conjunto, de la formación de equipos de trabajo, de compartir aprendizajes y productos, y en la medida de lo posible reducir el trabajo individual.

Centrar mi esfuerzo en que los alumnos aprendan a convivir y a socializar con la finalidad de facilitar la cooperación para el aprendizaje. Es decir, que primero aprendan a convivir, a estar juntos y después, que aprendan a aprender juntos. ¡A convivir y a ser cooperativo también se aprenden! No olvido apuntar que como docente yo también tengo que aprender estas dos habilidades.

El hecho de sentar a los alumnos en "islas" o en mesas separadas no es suficiente para promover el aprendizaje cooperativo. Más bien me parece que fomenta la separación de grupos, impide el contacto y el respeto con el resto del grupo. Para evitar estos resultados negativos me daré tiempo para planear la didáctica de las actividades cooperativas y explicar claramente a los alumnos el tipo de trabajo e interacción grupal que pretendo.

Aunque mis alumnos trabajan juntos, el peso de mi evaluación está en lo individual y centrado en el producto presentado, en este caso es un Cuaderno de Actividades y Reflexiones. Es necesario cambiar mi modelo de evaluación, es importante el producto obtenido, pero es más importante el proceso de aprendizaje grupal o cooperativo. En este sentido, considero conveniente bajar el porcentaje de las evaluaciones del productos y enfocar la evaluación en el proceso de aprendizaje tanto individual como grupal.

Finalmente, tomo la decisión de salir de mi zona de confort docente y me comprometo a estudiar los principios teóricos del aprendizaje cooperativo, así como buscar estrategias didácticas alternativas para poner en práctica esta metodología. Estoy consciente de las consecuencias que esta decisión implica en términos de tiempo y trabajo, sin embargo creo firmemente que bien vale la pena. Lograr un cambio en la metodología de aprendizaje y enriquecer mi desempeño docente están en sintonía con mi perfil docente que pretendo alcanzar.

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